Porcesión de las Palmas
En el siglo XV en las iglesias de la ciudad se congregaban fieles en torno al culto divino. Comienzan a surgir ermitas, hospitales, conventos y cofradías. El culto a las imágenes en este periodo constituye una prueba más de piedad y del sentir religioso de un pueblo. Estas imágenes eran inspiradores de devoción y cada día aportaban mayor número de ellas los artistas de la época y recibían culto en el interior de los templos y eran llevadas en procesiones por la ciudad, en manifestaciones de fe popular.
Históricamente se nos habla de la procesión de la Borriquilla. Una de las mayores manifestaciones de fe tenía lugar el Domingo de Ramos. En ese día se concentraban numerosos fieles en el atrio de la iglesia de San Vicente. Desde allí se dirigían en procesión, sin imágenes, hasta la muralla y en la puerta de San Vicente, que se encontraba cerrada, esperaban las autoridades municipales que recibían a los fieles, abriéndose las puertas de la ciudad al cántico del “Gloria Laus”, uniéndose las autoridades a la procesión que continuaba camino de la catedral. Una vez a las puertas de la catedral, eran recibidos por el Cabildo, que bendecía los ramos y a continuación se decía la santa misa en el interior del primer templo abulense. Esta tradición se inicio en el siglo XV y duró hasta el año 1582, en que fue suprimido este acto por el entonces obispo de Ávila, D. Pedro Fernández Temiño. Este acto que se remonta cinco siglos atrás puede considerarse como la primera procesión del Domingo de Ramos que se celebraría en nuestra ciudad.
Después de muchos siglos sin celebrarse actos en este día, la S.A.I. Catedral y el convento de San Antonio se encargan de celebrar, por separado, la “Procesión de los Ramos y así lo resumía en una crónica el Diario de Ávila el día 19 de abril de 1943: “Con la tradicional espiritualidad se celebró en nuestra ciudad el Domingo de Ramos. Nuestro primer templo catedralicio se vio muy concurrido en los cultos de por la mañana con pasión cantada, a la que siguió la procesión de las Palmas, presidida por el Excmo. Señor Obispo. En el convento de San Antonio, la Juventud Católico Antoniana, celebró la procesión de las palmas por los jardines próximos siguiendo a continuación la misa que ofició el director de esa piadosa juventud y guardián del Convento R. P. Victoriano Rodríguez”.
En el año 1944, la Juventud Católico Antoniana, con sede en el convento de San Antonio de Padua, adquiere en la Casa Alsina de Madrid una imagen de Jesús, en actitud de bendecir y montado sobre un pollino, procedente de los Talleres de Arte Cristiano de Olot. Con motivo de esta noticia, el día 19 de marzo de 1944, se reúnen los presidentes de todas las hermandades y cofradías de Ávila, en el edificio de la Junta de Turismo. El Diario de Ávila lo recogía en la siguiente crónica: “Comenzando por el Domingo de Ramos en la Catedral con el nuevo paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén adquirida por la Juventud Católico Antoniana. Más de dos mil palmas se hallan facturadas camino de Ávila para que pequeños y mayores puedan adquirirlas a ínfimo precio, conforme a los tamaños, a fin de que acompañaren ese día de triunfo a la imagen de Nuestro Señor; desde nuestro primer templo hasta el convento de los Padre Franciscanos. La Juventud Católico Antoniana y los hermanos terciarios desfilarán en gran parte con túnicas cuyo hábito es el propio de la Orden Seráfica, con manto blanco de caballeros del Santo Sepulcro, cuya custodia se halla confiada a los hijos del Pobrecillo de Asís, y capuchón celeste, simbólico homenaje a la Reina de la Orden de los Menores”.
El Jueves día 16 de marzo de 1944 se recibió en Ávila el paso de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, adquirido por la Juventud Católico Antoniana y que tenía como destino el Convento de los Padres Franciscanos de San Antonio. Al día siguiente, el Diario de Ávila se recogía así la noticia: “A mediodía de ayer llegó a nuestra ciudad el nuevo paso que de figurar en nuestra Semana Santa, adquirido por la Juventud Católico Antoniana y que se halla expuesto en la portería del convento de los Padres Franciscanos. La imagen de Jesús sobre la borriquilla es sencillamente admirable y la realización asnal simpática en extremo.
Aparece la imagen del Salvador sentada sobre la humilde cabalgadura erguido el busto, en la mano izquierda una palma y la derecha en alto bendiciendo. El santo rostro es una transfiguración de la bondad en lo varonil, y así los firmes trazos faciales dejan ver lo sublime a través suyo. Los sublime, lo inefable, que da lugar a la suspensión del ánimo hasta el punto de pasar los nuestros en los ojos de la imagen con ansias adivinadores. Esto podemos decir de la escultura: es bella.
Bien merecen la gratitud del pueblo abulense los jóvenes católico antonianos con su director el R. P. Guardián del Convento por habernos procurado un motivo nuevo de fervor religioso con esta imagen que acrecentará en nuestro culto el esplendor de la Semana Santa. Todos los abulenses sentirán el deseo de acompañar a Jesús en la procesión del Domingo de Ramos, conmemorativa de la Entrada Triunfal en Jerusalén. Y no se olvide que pequeños y mayores deberán ser portadores de palmas, signo litúrgico del día, las cuales pueden ser adquiridas en las oficinas de la Juventud Católico Antoniana, dependiente del citado convento franciscano”.
Días después hizo su salida procesional por las calles de la ciudad entre un enorme clamor popular. El Diario de Ávila nos lo resumía de la siguiente forma, el lunes día 3 de abril de 1944: “Más de tres mil personas presididas por las Excmas. Autoridades acompañaron al Señor con palmas entonando cánticos de alabanza. Ávila se ha puesto a tono con las más grandes capitales españolas en la celebración del Domingo de Ramos al ser organizada por primera vez la magna procesión de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, que ha resultado ser entre nosotros una esplendorosa manifestación de fe cristiana.
En todas las parroquias tuvo lugar la bendición de las palmas distribuyéndose a los fieles ramos de laurel o palmas auténticas en número extraordinario. En la S.A.I. Catedral ofició de pontifical el prelado de la diócesis distribuyendo a los miembros Excmo. Cabildo Catedralicio las palmas y asistiendo al Santo Sacrificio de la Misa. Fue cantada la pasión con la solemnidad tradicional interviniendo la Scola Cantorum del Seminario Diocesano, bajo la acertada dirección del maestro Aguilera.
Al final organizó la procesión en medio del mayor entusiasmo popular. Abría la marcha la cruz del convento de los padres Franciscanos, seguida de los niños y niñas de las escuelas nacionales y de enseñanza media; asociaciones piadosas de mujeres, juventud masculina, hombres en general y el Seminario Diocesano, acompañando el paso de Jesús en su Entrada en Jerusalén, montado sobre el asnillo que fue admirada por ingente multitud.
Presidió el Excmo. Prelado de la Diócesis, el Excmo. Sr. Gobernador Civil y Jefe Provincial del Movimiento, camarada Álvarez Baños, acompañado de los Ilmos. Sres. Presidentes de la Excma. Diputación Provincial, camarada Calleja y el primer teniente alcalde del Excmo. Ayuntamiento, camarada Manzanares; Teniente Coronel del Regimiento de Defensa Química, Sr. Rueda; Comandante de la Academia de Intendencia, Sr. Guerra; y Capitán de la Guardia Civil, D. Simón de Dios Iglesias, a quien seguían los presidentes de todas las cofradías de Ávila. Las autoridades fueron invitadas a retirarse al llegar la procesión al Cuartes de la Guardia Civil, pero por voluntad expresa del Jefe Provincial del Movimiento y Gobernador Civil, continuaron en su puesto presidencial del magnífico acto, pese a la lluvia que había comenzado al término en el Convento Franciscano de Santa Clara de Jesús, dando así ejemplo de piedad y fervor religioso”.
En años sucesivos la procesión del Domingo de Ramos siguió saliendo de la S.A.I. Catedral para terminar, al igual que el primer año, en el convento de las Clarisas, más conocida por “las Gordillas”.
En el año 1947 la procesión resultó muy deslucida como consecuencia de la lluvia, además de no participar en ella los seminaristas, como habían hecho en los años anteriores. En el año 1950 se incorporan a este paso tres nuevas imágenes, que representan a personajes hebreos en actitud de dar la bienvenida a Jesús en el momento de su entrada en Jerusalén. Estas imágenes, de los Talleres de Arte Cristiano de Olot, también fueron adquiridas en la Casa Alsina de Madrid. El coste de las mismas fue pagado, en su mayor parte, por la Juventud Católico Antoniana y por D. León Pardo, de Madrid.
El Diario de Ávila se hacía eco de la noticia el 31 de marzo de 1950: “He aquí el paso de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén que desfilará por las calles de Ávila el Domingo de Ramos. Las nuevas esculturas adquiridas por la Juventud Católico Antoniana completan la imagen ya conocida y hacen más expresivo el objeto procesional, recordando el pasaje evangélico de las aclamaciones a Jesús con hermosos detalles.
Si las procesiones son una catequesis vivida en las calles por el pueblo, como se ha dicho con toda la verdad y autorizantemente, se ha de reconocer que la Juventud Católico Antoniana entiende de maravilla el objeto de su procesión de las palmas, pues su <paso> es una lección plástica elocuente y bellísima.
Vaya nuestro aplauso al entusiasmo que reina en el Convento de San Antonio, y nuestros votos por la rápida curación del Rvdo. Padre Guardián Fray Victoriano Rodríguez, quien se haya en estos días en delicado estado de salud”.
Continuaba el Diario de Ávila con su crónica de la procesión el lunes día 4 de abril de 1950: “A las doce y media del mediodía salió del primer templo la procesión de la imagen de Nuestro Señor en su entrada Triunfal en Jerusalén que llamó la atención por la belleza del grupo escultórico y los adornos de la carroza reformada. Los niños de los colegios, en mayor número que en años anteriores, formaron en largas filas del religioso desfile, a cuya organización atendían con diligencia los jóvenes antonianos, oficiando los padres franciscanos y formando la presidencia con el alcalde de Ávila otras representaciones civiles y militares y los presidentes de varias cofradías. La procesión resultó brillantísima, figurando en ella gran cantidad de personas portando palmas”.
Los colegios y parroquias de la ciudad colaboraban de manera eficaz para que los escolares y asistentes a la catequesis parroquial, después de la eucaristía que se celebraba en la S.A.I. Catedral, acompañasen, entre ramos frescos de olivo y laurel, junto a las palmas blancas y amarillentas cortada en flor, al paso de la popular “Borriquilla”, en su caminar entre la Catedral y el Convento de San Antonio , en esas mañanas primaverales en que se la gente se apiñaba en las aceras, con su firme devoción y llenos de alegría.
La procesión del Domingo de Ramos fue durante muchos años la procesión de los niños, de esos niños que gritaban hasta enronquecer el “Viva el Rey de Israel y “Hosanna, Hosanna” y lucían los uniformes de sus colegios, y entre ellos la figura del señor Obispo dando bendiciones a un lado y otro de la calle, presidiendo la procesión junto a los Padres Franciscanos. Con estas áureas de triunfo la imponente manifestación popular, abría la Semana Santa abulense. La procesión cambió de lugar de finalización, dejando el convento de las Gordillas, para llegar hasta el convento de San Antonio, sede de la Juventud Católico Antoniana. Así transcurrió hasta final de los años sesenta.
El declive y la crisis sufrida por la Semana Santa de Ávila entre los años 1970 y 1988, también afectó de una manera seria a la procesión del Domingo de Ramos y como consecuencia de ello, dejando de salir la procesión de las palmas durante algunos años de la S.A.I. Catedral. Con la desaparición de las cofradías de la Juventud Católico Antoniana, la cofradía de Ferroviarios de San Antonio, la Venerable Orden Tercera de San Francisco y la Archicofradía de Jesús de Medinaceli a finales de los años sesenta, no quedó en el convento de San Antonio ninguna cofradía que pudiera hacerse cargo de esta procesión, por lo que se vieron obligados a organizarla los PP. Franciscanos.
Año 1967. La procesión de las Palmas a su paso por el Mercado Chico, acompañada de la Banda de Cornetas y tambores de la OJE.
A pesar de estos inconvenientes la procesión de “la Borriquilla” fue la única de las organizadas por las asociaciones existentes en el convento de San Antonio que sobrevivió a la crisis y año tras año salió saliendo a la calle. Durante más de diez años, la procesión dejó de salir de la S. A. I. y recorrer las calles céntricas de la ciudad, para hacer su salida desde el convento de San Antonio, acompañada de gran número de fieles, que hacían un recorrido por las calles de la barriada de San Antonio.
En el año 1981, la Junta de Semana Santa de Ávila, en una de sus reuniones, se pide a los P. Franciscanos que dicha procesión tuviera el mismo esplendor que años atrás cuando recorría el centro de la ciudad, acompañada de numerosos niños, pertenecientes a los colegios y parroquias de la ciudad. Desde la Junta de Semana Santa se sugiere ponerse en contacto con los párrocos para que se incorporen a la procesión los niños de catequesis, cambiando el itinerario y saliendo nuevamente desde la catedral. Finalmente la procesión se organizó como solicitó la Junta de Semana Santa resultando un éxito.
En el año 1987 los PP. Franciscanos, solicitan a la Cofradía de San Antonio, con sede en su convento, se encarguen de la organización de la procesión del Domingo de Ramos. La Cofradía de San Antonio se hizo cargo, en un principio junto a los P. Franciscanos, de la organización de la procesión, manteniendo el recorrido como en la primera época, desde la S.A.I. Catedral hasta el convento de San Antonio, acompañada por fieles y niños procedentes de las catequesis de las diferentes parroquias de la ciudad. Durante el recorrido se hacían dos paradas en las que se hacían varios rezos: una en la plaza de Santa Ana y la otra frente a la Clínica de Santa Teresa, congregándose muchísimo pública en ambas paradas.
El 23 de febrero de 1989, el Obispo de Ávila, D. Felipe Fernández García, propone, a las cofradías y Junta de Semana Santa la adquisición de una nueva “Borriquilla” haciéndolo por suscripción popular en diferentes entidades bancarias, recaudándose, por este concepto 138.403 Ptas. Transcurrido un año, y en otra de las reuniones que habitualmente se celebraba la Junta de Semana Santa, el señor Obispo sigue insistiendo en que “es necesario la compra de un paso digno de la Borriquilla, pues el que hay, además de no ser de materiales nobles no está en buenas condiciones, por lo que primero se debe de encargar y ya se encontrarán los medios suficientes para pagarlo, y que no se encargue ni de copia ni de serie”. El Presidente de la Cofradía de San Antonio, D. Antonio Sánchez, manifiesta que se habían pedido presupuestos, ascendiendo estos a 1.500.000 Pts. El señor Obispo animó al señor Presidente ofreciéndole 100.000 Ptas. y la seguridad de que el Obispado responderá convenientemente al efectivo que faltase, insistiendo en que se encargara y se pidiese dinero a todo el mundo. (Libro de Actas de la Junta de Semana Santa de Ávila. 1986-1990. Págs. 19 y 20).
A pesar de seguirse tratando el tema en varias reuniones, tras la marcha como Obispo de Ávila de D. Felipe Fernández García, no se volvió a tratar el tema, pasando los fondos que se habían donado, a la Junta de Semana Santa. Pasada la Semana Santa de 1995, la Cofradía de San Antonio, renuncia a seguir organizando la procesión, por lo que al año siguiente se hace cargo de la organización de la misma la Archicofradía de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli, que incorpora en el año 1997 un hábito para la procesión, consistente en túnica morada, cíngulo, guantes y capa castellana de color blanco, portando palma todos los cofrades.
En estos años la procesión, además de los cofrades de Jesús de Medinaceli, acompañan al paso de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, los niños de catequesis de algunas parroquias y bastantes fieles que portan ramos de olivos y de laurel, manteniendo en todo momento tanto el recorrido de años anteriores. En el año 2000, el entonces Obispo de la Diócesis, D. Adolfo González Montes, ordena se supriman los actos que se organizaban durante el recorrido, tanto el de la plaza de Santa Ana como el de la Clínica de Santa Teresa, pero esta prohibición no ha sido óbice para que se haya mantenido la tradición y el paso de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén se lleve ante las ventanas de la clínica para que pueda ser contemplado por los enfermos.
En el año 2007, los padres franciscanos Rubén Moreno Camuñas y Juan Pedro Ortega Torrero, emulando al padre Victoriano Rodríguez Germain, aprovechando la gran cantidad de jóvenes que daban cita en el convento de San Antonio, deciden poner en marcha nuevamente, a la Juventud Católico Antoniana.
Una vez refundada la Cofradía, se incorporan a la Semana Santa abulense en la procesión del domingo de Ramos del año 2008. Cerca de un centenar de jóvenes antonianos, con hábito franciscano y capa blanca, comprendidos entre los tres y los doce años, van a dar escolta a un nueva paso: Nuestra Señora de los Infantes, que fue portada a hombros por estos jóvenes cofrades antonianos.
Nuestra Señora de los Infantes se unirá al paso de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, que seguirá acompañado por los miembros de la Archicofradía de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Medinaceli y las parroquias de la ciudad. Todos juntos darán un nuevo empuje a la procesión de la Borriquilla, una de las más clásicas y concurridas de la Semana Santa abulense, en su caminar desde la S.A.I. Catedral y el convento de San Antonio.
En esta procesión, por consiguiente tenemos el maravilloso pórtico que alumbre y engrandezca a la Semana Santa de Ávila, sencilla y recoleta. Una Semana Santa encaminada a hacer vivir con afán de superación, la piedad de un pueblo noble que cada día se siente más identificado con todo los actos que en esta Semana de Pasión se celebran y que podamos acordarnos todos los Domingos de Ramos de la frase que nuestro Señor Jesucristo pronunciaba a su entrada en Jerusalén:”Dejad que los niños se acerquen a mi”.
Textos: Emilio Iglesias Velasco